El estrés es una respuesta biológica normal frente a una situación potencialmente peligrosa, que prepara a nuestro organismo para luchar o huir; es decir, para enfrentarnos al riesgo, o evitarlo. Aunque también nos pueden estresar acontecimientos agradables, deseados, y hasta cuidadosamente planificados, como una boda o un viaje de vacaciones, pero que conllevan factores que no podemos prever o controlar de antemano.
La Dra. Beatriz Rodríguez Vega, psiquiatra en el Hospital Universitario La Paz, de Madrid, explica que ante una situación estresante, el hipotálamo del cerebro envía señales que provocan la liberación de hormonas –adrenalina, noradrenalina y cortisol– que inducen cambios en la respiración y la frecuencia cardíaca, entre otros. También aumentan la tensión muscular y la producción de glucosa.
El estrés crónico –independientemente de los factores que lo hayan motivado–, tiene consecuencias negativas para la salud física y psicológica, y provoca numerosos efectos y síntomas en nuestro cuerpo. Detectarlos cuanto antes y aprender a prevenir el estrés y a hacerle frente sin caer en el catastrofismo puede evitar enfermedades cardiovasculares, obesidad o diabetes, entre otras.
A continuación te detallamos cómo afecta el estrés a cada sistema del organismo de acuerdo a lo publicado por Web Consultas:
Aparato respiratorio
Durante la respuesta al estrés la respiración se acelera con el objetivo de distribuir sangre rica en oxígeno por todo el organismo, lo que supone un problema para los pacientes con asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), incluyendo enfisema pulmonar y bronquitis crónica, en los que se pueden intensificar las dificultades para respirar.
Sistema cardiovascular
El corazón de un individuo sometido a estrés late más rápido (puede experimentar taquicardia) y se contrae con más fuerza, y las hormonas del estrés provocan la constricción de los vasos sanguíneos y derivan mayor cantidad de oxígeno hacia los músculos para aumentar su resistencia, pero a consecuencia de ello también aumenta la presión sanguínea, por lo que el estrés crónico hace trabajar más al corazón durante más tiempo y esto aumenta el riesgo de sufrir hipertensión, un ictus, o un infarto de miocardio.
Aparato reproductor y sexualidad
En las mujeres pueden aparecer alteraciones del ciclo menstrual (amenorrea, dismenorrea, cambios en la periodicidad o duración de la menstruación), síndrome premenstrual y dificultades para quedarse embarazada, además de intensificarse los síntomas de la menopausia. El estrés, especialmente si se acompaña de problemas de salud, sentimentales o laborales, el cuidado de niños o familiares enfermos, o síntomas depresivos, reduce significativamente su deseo sexual.
Durante el embarazo, el estrés materno puede afectar negativamente al feto, y aumenta el riesgo de sufrir depresión y ansiedad, tanto durante la gestación, como tras el parto, interfiriendo en la relación madre hijo y perjudicando el desarrollo del bebé.
Los hombres pueden sufrir disfunción eréctil por causas psicológicas, y aunque el estrés agudo puede hacer que produzcan más testosterona, este efecto no es duradero, y los niveles de esta hormona sexual masculina pueden comenzar a descender en una situación de estrés crónico, lo que interfiere con la producción de esperma y puede provocar bajo deseo sexual, disfunción eréctil o impotencia.