Una joven venezolana llegó sola en Argentina. Hace dos semanas desapareció de la casa en la que vivía con el hombre al que había conocido mientras viajaba hacia Buenos Aires.
Según el portal Infobae reseña que la joven de 18 años bajo el nombre ficticio de María estaba secuestrada, pues el hombre que vivía con la venezolana -canadiense de origen japonés- fue a la comisaría 6A de la Policía de la ciudad de Buenos Aires para denunciar que su «amiga» corría peligro. Al menos eso era lo que le hacían creer mediante mensajes de WhatsApp quienes se presentaban como los captores: le pedían primero 500 dólares y luego 1000 para liberarla. Debía pagar la suma en bitcoins o hacer un giro por Money Gram.
El denunciante había entablado relación con la joven venezolana en Brasil y llegaron juntos a Buenos Aires, reseña el citado medio.
Se conoció que la venezolana y el canadiense estuvieron una discusión y ella se marchó de la residencia en donde habitaban en el país suramericano. Fue entonces que el hombre comenzó a recibir claros mensajes: que pagara el rescate solicitado porque si no lo hacía amenazaban con cortarle un dedo a la joven, incluso con matarla.
La policía de Argentina intervinieron el celular de la joven que no aparecía y el celular desde dónde mandaban los mensajes pidiendo rescate. A partir del análisis del celular de María descubrieron que la joven había llamado en varias ocasiones a otro celular ubicado en Buenos Aires.
Respecto del celular desde donde se hicieron los pedidos de rescate se determinó que estaba situado en la localidad del norte de Caracas llamada Catia La Mar. Es decir que los llamados solicitando dinero provenían desde Venezuela.
La Policía ubicó a la persona que había sido contactada por la joven que teóricamente estaba secuestrada. Era un venezolano, repartidor de pedidos, que vive en una pensión del centro porteño. Cuando lo hallaron el hombre explicó que efectivamente conocía a María y que estaba viviendo con él hace unos días. Es más, dijo que ella no podía usar su celular por lo que le prestó el suyo para que se comunicara con su familia en Venezuela, relata Infobae.
El repartidor aseguró que la joven venezolana podría estar en una iglesia o un local parrillera cerca de la esquina de Bonpland y Costa Rica, Palermo. Hacia allí fueron los policías y la encontraron. “No estoy secuestrada” fue lo primero que dijo.
Además, el repartidor venezolano entregó el celular a las autoridades policiales y allí se hallaron mensajes de voz de la joven dando indicaciones para que sus familiares hicieran las llamadas con el pedido de dinero a su amigo canadiense. Como el hombre al que le pedían los 1000 dólares para liberarla, solicitaba una prueba de vida, ella grabó un mensaje que envió desde el teléfono del repartidor a sus familiares.
También encontraron otros mensajes en los que hablaba del canadiense, daba indicaciones para borrar los audios enviados por WhatsApp y explicaba que necesitan unos 1000 dólares para volver a Brasil.
La situación judicial de la joven se complicó luego de revelado el contenido de los mensajes. Y el caso pasó de ser un probable secuestro a una extorsión.
El juez de ese país dictó el procesamiento de María por el delito de extorsión porque quedó demostrado que ella había armado con sus familiares el falso secuestro para sacarle dinero al canadiense.
El juez federal envió el caso a la justicia de Instrucción. La joven venezolana por ahora seguirá detenida.
Cactus24 (30-09-2019)