“Me fui de aquí cuando tenía cinco años. Fueron bastantes años en Venezuela, volver hoy es demasiado emocionante, tener otra oportunidad de regresar y conocer nuevamente mi país es algo muy lindo”. Esas son las primeras palabras que Elsa Ojeda emite al momento de descender del avión de la Fuerza Área de Chile que se instaló en la losa del grupo de Aviación N°10, con 120 connacionales o familiares de ellos, que decidieron regresar a vivir a Chile en el marco de la operación Esperanza.
Esta iniciativa, cuyo objetivo es trasladar a chilenos residentes en Venezuela y a sus familias, se realiza a través del Programa de Fortalecimiento Migratorio y permite que quienes residan en el exterior y se encuentren en una situación de vulnerabilidad, puedan retornar a su país cumpliendo una serie de requisitos: no tener los medios para viajar por sí mismos, tener la voluntad para el regreso y que su familia o algún cercano en Chile se comprometa a apoyarlos en su instalación en esa nación.
Así como Elsa, quien regresó a Chile acompañada de sus dos hijas, hay otros que realizan los trámites respectivos ante la Policía de Investigaciones para sellar sus pasaportes y oficializar así su regreso definitivo a ese país, destacó el Ministerio de Relaciones Exteriores chileno en una nota de prensa.
Este es el séptimo vuelo que se realiza. “Con Esperanza VII son 807 chilenos que vuelven a la casa común. El presidente de la República, Sebastián Piñera, pidió que nos preocupáramos de los chilenos en Venezuela. Estamos apoyando a los que deciden permanecer allá y también estamos trayendo a los que se encuentran en tal situación de dificultad que tienen que volver”, afirma el Director General de Asuntos Consulares y de Inmigración, Raúl Sanhueza, encargado de recibir a los compatriotas retornados.
Los ciudadanos chilenos viajaron acompañados del Director para la Comunidad de Chilenos en el Exterior, Antonio Correa; el Subdirector del Servicio Social Consular de la Cancillería, Rodrigo Hume, entre otros funcionarios de la Cancillería alumnos de la Academia Diplomática.
Además, por tercera vez en este tipo de vuelos, viajó una comitiva de profesionales del Servicio Salud Metropolitano Occidente del Ministerio de Salud, conformado por dos doctores y una enfermera, quienes se encargaron de entregar atención primaria, durante el vuelo, a las personas que lo requerían.
Las familias retornadas recibieron un ejemplar del Manual del Regreso, publicación elaborada por Cancillería que es una guía de apoyo que incluye todos los trámites necesarios para instalarse en Chile, reseña Tal Cual.
María Ignacia Villarroel es otra chilena que viajó a bordo del séptimo Vuelo Esperanza. Hace más de 40 años se fue a vivir a la ciudad de Valencia, en el estado de Carabobo.
“Hay mucha emoción. Me fui llorando hace 44 años al dejar Chile porque a mi esposo lo contrató una empresa venezolana. Luché toda una vida allá, llegué vendiendo empanadas chilenas en un carrito y eduqué a mis hijos”, afirma
María Ignacia, eso sí, regresó sola. “Mi esposo se quedó allá (en Venezuela). Está pesando 48 kilos, no se pudo venir”, explica con resignación, pero espera que pronto pueda retornar. Además, agradece las gestiones realizadas por Chile. “Se portaron muy buen, el Consulado nos atendió siempre de forma excelente y el trato en el avión también fue muy bueno. Estoy muy agradecida. Gracias al Consulado, gracias a Chile, tengo mis medicinas, yo estaba sin medicinas, soy hipertensa, tengo problemas de corazón”.