Alcira Echeverría con 60 años de edad llegó a Colombia hace solo 8 meses movida por la misma causa que la de otros venezolanos. Es docente jubilada y jamás pensó que su adoración por las tijeras sería de utilidad para subsistir en tierras ajenas.
Ella nos explica que a la par de su profesión de educadora, siempre estuvo seducida por el estilismo a lo que le dedicó tiempo en sus ratos libres y como es una mujer muy activa, hace tres meses decidió hace cortar cabellos, hacer cejas y hasta manicure en Bogotá. Sus sobrinas y algunas amigas le prestaron tijeras, ganchos, pinzas y cepilllos y así inició su emprendimiento el cual denominó: Salón de Belleza «La Abuelita».
Su primera clienta fue la dueña del edificio donde tiene rentada una habitación. Ella asegura que la señora quedó tan encantada que de inmediato le empezó hacer publicidad boca a boca. Alcira tiene una clientela muy particular «Mis clientas son personas de la tercera edad o aquellas que no pueden movilizarse por razones de salud o transporte”. “Si estás en tú casa, eres una mamá de edad avanzada, abuelita o con problemas de motricidad yo te atiendo en el confort de tú hogar, asegura.
Esta mujer afirma que la atención a domicilio es especializada y en armonía perfecta tanto para los hermanos venezolanos y colombianos. Alcira forma parte de una muestra representativa de venezolanos que ven en el emprendimiento la fórmula real y eficaz de integración y empleo en la competida sociedad colombiana.
Con ánimo asistió al Primer Festival de Venezuela Aporta y aprovechó la presencia de sus coterráneos para hacerse publicidad «Yo me enteré de esta convocatoria organizada por el Idpac de la Alcaldía Mayor de Bogotá por una amiga, pero no tenía dinero, mi sobrina me ayudó, me tomé una foto, la pegué en cartulina, hicimos tarjetas y le saqué copias para darme a conocer y aquí estoy con mi innovación».
Convencida, dice que está sacándole todo el conocimiento a lo qué es el trabajo a domicilio. Ahora busca que lo que comenzó como un hobby hace tres meses se expanda por toda la capital neogranadina. Con sus deseos de expandir el negocio distribuye sus tarjetas de presentación entre las mamás en los colegios «ellas siempre tienen una abuelita, una tía, una señora mayor» dice.
Alcira también apela por la publicidad en las redes sociales que considera son importantes «Uso más que todo el whatsApp, allí la información vuela», exclama esta venezolana que a su edad parece no temerle a nada. «Después de pasar por todo el trauma de la migración, el miedo a emprender a realizar cosas nuevas que te mantengan viva es apenas un recuerdo», sostiene la abuelita que con mucho entusiasmo y paso a paso va expandiendo su propio negocio.
Por Yasmin Velasco
CACTUS24 20-06-19