Un nuevo estudio de la Universidad de California San Francisco (UCSF), publicado en la revista ‘Nature’, ha descubierto cómo sabe realmente tu cerebro cuando has tenido suficiente y puedes dejar de sentir sed.
Hasta hace poco, los científicos creían que una región del cerebro llamada hipotálamo nos provoca sed cuando detecta una disminución en la hidratación de nuestra sangre. Pero el neurocientífico de la UCSF Zachary Knight, profesor asociado de Fisiología e investigador del Instituto Médico Howard Hughes, se dio cuenta de que no podía ser toda la historia, en particular porque una bebida refrescante comienza a calmar nuestra sed casi tan pronto como toca nuestros labios, a pesar de que lleva 10 minutos o más que cambie realmente nuestra hidratación general.
En un estudio de 2016, el estudiante graduado del laboratorio de Knight, Christopher Zimmerman, ayudó a explicar este fenómeno al mostrar que las señales sensoriales de la boca y la garganta hacen que las neuronas de la sed en el hipotálamo se cierren inmediatamente cuando los roedores toman una bebida. Estos sensores parecen predecir qué tan hidratante será una bebida, según el volumen de líquido que un animal traga, y están particularmente en sintonía con los líquidos fríos, lo que puede explicar por qué una bebida helada es tan refrescante.
«Esta rápida señal de la boca y la garganta parece rastrear cuánto bebes y hacer coincidir eso con lo que tu cuerpo necesita –afirma Zimmerman–. Pero también sabíamos que esta rápida señal no podía explicar todo». En particular, los científicos se preguntaron cómo el cerebro sabe exactamente cómo de hidratante será una bebida. Después de todo, el agua de mar no apaga la sed, pero activaría muchos de los mismos receptores en la boca y la garganta como el agua helada de la nevera.
En su nuevo estudio, Zimmerman y sus colegas utilizaron fibras ópticas flexibles implantadas cerca del hipotálamo para observar la actividad de las neuronas sedientas mientras los ratones bebían agua salada. De acuerdo con los resultados anteriores del equipo, estas neuronas se calmaron tan pronto como los animales sedientos tomaron un trago, pero luego volvieron a encenderse, como si algún otro sensor estuviera probando el agua que el animal acababa de beber y alertando al cerebro: «demasiado salado, ¡mantente sediento!».
Cactus24 (27-05-2019)