domingo, diciembre 22, 2024
InicioOpiniónPolítica y politiquería por Douglas Játem Villa

Política y politiquería por Douglas Játem Villa

El texto que se presenta puede significar una pérdida de tempo, o algo muy importante, como puede ser la actitud del venezolano con relación a la situación del país y su futuro. Un porcentaje de la gente, el cual se considera elevado, suele decir que le disgusta la política, que ella perjudica a la sociedad, y como consecuencia, se niega a participar en el proceso de desenvolvimiento del país.

Hoy se escucha un clamor, “que no se politice la ayuda humanitaria”, el cual si bien se comprende, se considera equivocado, hasta el punto de que se debe plantear en forma inversa, que todos la politicemos.

Se comprende que haya ese disgusto como consecuencia de la forma equivocada como se ha venido realizando la actividad política en nuestro país, y en el mundo en general, durante los tiempos en los cuales el progreso nacional se ha detenido o deteriorado, en lugar de que la política, junto con las demás actividades básicas de cualquier sociedad, hubiera contribuido a elevar la calidad de vida de la colectividad.

Sin embargo, así como se puede ver que nuestra calidad de vida prácticamente se ha destruido a partir de 1999 como consecuencia del comportamiento de los gobernantes actuales, y también del comportamiento de los anteriores durante una parte del lapso 1958-1998 que abrió las puertas del poder al gobierno actual, también se debe apreciar y valorar como y cuanto progresó el pueblo venezolano durante la primera parte del último período indicado como consecuencia, en gran medida, de una forma positiva de realización de la política, hasta el punto de que Venezuela llegó a ser uno de los países con mejor grado de progreso general en América Latina, y en el mundo en general.

Así como se condena lo ocurrido entre la segunda parte del lapso 1958-1998 y entre 1999-2019, en buena medida, las actividades de los partidos políticos, y se tiene que evitar su repetición, tenemos que valorar y aplaudir lo que hicimos durante la primera parte del lapso 1958-1998, también en buena medida, las actividades de los partidos políticos, y garantizar que nuestro progreso continuará permanentemente. Lo que ocurrió en nuestro país en 1958, y en 1810 y 1811, es similar a lo que ocurrió, entre otros casos, durante las grandes revoluciones en Inglaterra, Estados Unidos y, sobre todo, en la Revolución Francesa, cuando el absolutismo, los “reyes”, fue desplazado por el pueblo para dar la bienvenida a la democracia, como parte del proceso global de progreso de la humanidad.

Al comparar el hombre de 2019 con el primero de la humanidad, al registrar el renacimiento, los grandes navegantes, los adelantos científicos, las revoluciones industriales, las condiciones de libertad e igualdad, resulta inimaginable el progreso alcanzado, el cual se vislumbra hacia el futuro, asumiendo que el hombre dominará, entre otros asuntos, el cambio climático, la revolución científico tecnológica, el relativismo moral y el respeto a los derechos humanos. Pero para redondear estas ideas se debe indicar algo negativo, como es el hecho de que en medida importante la humanidad registró que el Estado y los partidos se apropiaron del poder, en unos países más que en otros, en estos casos en los llamados países subdesarrollados, y la prosecución de los objetivos sociales se desvió hacia fines no colectivos, lo que explica los casos de mala política y la necesidad de corregir y equilibrar la relación entre el Estado y el ciudadano, y la sociedad civil.

Téngase muy presente que los eventos de progreso de la humanidad fueron producto de la actividad de la gente, de la sociedad, de su comportamiento acertado. Esto corrobora esa expresión tan sencilla de que el desarrollo es tarea de todos. Hasta la persona menos interesada reconoce que las condiciones de vida de su familia, lo que le debe ser lo más importante, dependen del bienestar colectivo de la sociedad de la cual forma parte, por ejemplo, de que se cuente con electricidad; y por ende tiene que reconocer su responsabilidad con su familia, de participar en el esfuerzo de generar el progreso social que posibilite la satisfacción de las necesidades de sus seres queridos.

Ahora volvemos al principio, al disgusto de la gente con la política, con el concepto de ésta. Se entiende que hay varias maneras de entender el término política, por ende se agrega, con base en la Real Academia Española, que política es la actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto o de cualquier otro modo. Esto incluye las diversas maneras de expresar o manifestar la exigencia a los entes públicos y ante la colectividad en general, de que se materialicen los derechos de la persona que constituyen su bienestar legítimo. De acuerdo con esto, cualquier persona, cualquier ciudadano,  tiene el deber de cumplir su responsabilidad con su familia y la sociedad de la cual forma parte, para nosotros Venezuela, opinando, votando, expresando, manifestando, actuando, frente al poder que representen entes públicos o no gubernamentales, a favor o en contra de cualquier hecho significativo relacionado con el bienestar del pueblo venezolano, de las familias venezolanas. No hacerlo, significa irresponsabilidad.

Más aún, el ciudadano debe combatir las iniciativas de personas u organizaciones, partidistas y no partidistas, que procuren el ejercicio del poder en forma ilegítima en beneficio de intereses particulares, o simplemente para negar el derecho de la ciudadanía a participar en asuntos públicos. Un ejemplo muy concreto es posibilitar, y hasta pedir, que los venezolanos participemos con responsabilidad, eficiencia y eficacia, en lo relacionado con que sectores de nuestra población reciban la ayuda humanitaria que necesitan y merecen.

En conclusión, se piensa que los venezolanos, y el hombre en general, al menos quien conviva con otro, debemos ser políticos y actores políticos responsables, que no debemos dejar de politizar nuestras actividades ciudadanas, las cuales son aquellas que solo procuran los intereses colectivos. Esto se complementa diciendo que debemos combatir la politiquería, los politiqueros  y la partidización. Como una digresión final, se trae a colación al filósofo Wttgenstein, quien dijo que la tarea de la filosofía es analítica, y consiste en analizar el lenguaje con el objeto de descubrir los muchos juegos  de lenguaje y poder remover los rompecabezas que surgen cuando las reglas de un juego de lenguaje son mal utilizadas .

Se cree que aquí entran en juego política y politiquería. Se aprovecha también para preguntar, con relación a la política venezolana y la Real Academia Española, cuál es la forma correcta de expresión, chavecista o chavista, chavecismo o chavismo.

Lo más popular