Artículo de opinión:
No soy conocedor de la materia, pero me permito pensar que quizás un buen psicólogo considera que lo mejor que puede hacer una persona angustiada como consecuencia de algún problema importante, es no pensar en ello “cuando no tiene la posibilidad de resolverlo”, dado que eso lo mantiene permanentemente angustiado, cada vez más enfermo.
Por otro lado, también se acepta que el psicólogo puede considerar, si existe la posibilidad de resolver, que se debe perseverar con fe y resiliencia hasta que se logre la solución necesaria. Se cree que prácticamente casi todos los venezolanos han estado pasando por esto, los opuestos al gobierno, quizás una mayor parte de los partidarios de éste, y los demás que no se identifican con los anteriores.
Me cuento entre los opositores que si piensan acerca de la destrucción de las condiciones de vida de los venezolanos, y que no ha llegado a la conclusión de que no hay solución, y que incluso acepta que un componente básico del problema, el cambio de gobierno, se puede resolver, bien sea que Maduro presionado, renuncie; que se negocie una salida electoral, que los militares venezolanos hagan lo que hicieron en 1958 y en 2002, que se produzca una salida internacional, u otra.
Con relación a los opositores más firmes, se asume que esperan la renuncia presionada de Maduro o la salida militar, y quizás, con reserva, la salida internacional. El hecho de que por todas las razones imaginables no se acepta renunciar al cambio del gobierno, determina que, al menos para algunos, la salida puede ser la internacional, con todo lo doloroso y costoso que pueda ser. Aunque el mundo hoy es diferente, y estamos a más de 200 años de entonces, los venezolanos tuvimos que tomar el camino de la guerra para alcanzar la libertad.
Hoy se acepta que el mundo es distinto y que la guerra no ha sido el camino más seguido para resolver estas situaciones, pero también que se tienen experiencia muy cercanas y muy antihumanas que no se han superado al cabo de 60 años. No se aprecia que estos opositores creen en la negociación, y eso tiene peso y no se puede despreciar y cuestionar en forma quizás no meditada, dada la experiencia al respecto registrada con el gobierno, y también por lo doloroso que es vivir como estamos viviendo los venezolanos.
Se considera que lo ideal es sin duda la solución negociada que le reconozca al pueblo venezolano, mediante el camino electoral, su derecho a resolver esta situación. Esto tampoco se puede despreciar y cuestionar en forma quizás no meditada. Pero esta posibilidad también confronta obstáculos, entre los cuales el fundamental es el tiempo, dado que se considera que los venezolanos no estamos en condiciones de esperar sin algún horizonte temporal definido en cierta medida, el resultado de una negociación que no esta garantizado.
Se acepta que las experiencias internacionales son valiosas como fuente de conocimiento que puede dar tiempo para negociar, pero también es verdad, por un lado, que es sumamente difícil esperar que el gobierno tenga la mínima responsabilidad de renunciar a sus intereses, ideológicos y de otro tipo, incluyendo sus compromisos “no tan secretos” con Cuba y Rusa, y aportar su “cuota” a la solución del problema, y por otro lado, que también es sumamente difícil pedirle a los venezolanos que sigamos “sobreviviendo y subsistiendo” las incalificables condiciones de vida a las cuales nos ha sometido el gobierno, el cual, por el contrario, ayuda, en forma prácticamente colonial, a mejorar su vida a los cubanos.
Es interesante saber cómo aprecian los partidarios de la negociación la “injustificable e inaceptable” relación del gobierno venezolano con el cubano. A pesar de que se aprecia una actitud de confrontación y cuestionamiento entre ambas posiciones, algo que luce equivocado e irresponsable con el país, algo que habla mal del presunto liderazgo político, no es difícil pensar en que es aconsejable un análisis conjunto de esta situación entre los que creen en alguna de las salidas no negociadas y los que creen en la negociación. Sin embargo, dado que todas estas son posibilidades con mayor y menor grado de probabilidad de ocurrencia, se puede asumir que la casi totalidad de los venezolanos se mantiene viviendo muy penosamente bajo incertidumbre y angustia, y esto obviamente no puede perdurar en el tiempo.
Por Economista Douglas Játem Villa
CACTUS24 15.04.19