Gitza Elizabeth Díaz caminaba de su casa a otra cercana, con una olla y un café en polvo para prepararlo donde una vecina porque no tiene gas. En la sala de la humilde vivienda, justo al lado del ataúd de la niña, reposa un envase con agua para bajar la poceta, así, en medio de carencias, transcurre el sepelio de la jovencita que, de acuerdo a la autopsia, murió por desnutrición.
Este martes, los vecinos se mantenían afuera de la casa donde vivía Gitverlis García, para acompañar a la familia en el velorio, una de ellas llegó con una pequeña corneta y puso la canción de la Vecindad del Chavo del 8, la serie de tv favorita de la niña. Gitza rompió en llanto sobre la urna al recordar momentos juntas. El dolor de la madre de perder a su hija y no querer separarse de ella, la llevó a convencer a los trabajadores de la funeraria, cuyos hombres de buena voluntad prestaron el servicio sin costo alguno, a esperar un día más para el entierro.
En la comunidad de Trapichito, donde viven al sur de Valencia, comentan que este martes funcionarios del Eje de Investigaciones de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) habrían visitado a la médico que estuvo de guardia en uno de los ambulatorios donde fue llevada la niña tras una complicación médica, pero no pudo ser atendida por falta de servicio eléctrico.
Sin embargo, ante el hecho, Gitza dijo no hacerlos responsables en la muerte de su hija. Admite que los médicos tenían la disposición de ayudarla, pero no tenían electricidad, ni insumos ni nada que ayudara a reanimar a la niña.
Heberlizeth González