La codicia por lo ajeno terminó arrastrándolo al mundo delictivo y finalmente a la tumba. El modo de vida que Diego Mata había elegido, lo conduciría tarde o temprano a la barbarie o a una muerte prematura y trágica, como la que le tocó durante la mañana de este sábado.
La orden de aprehensión librada el 3 de abril del 2016 relacionada con el expediente 2CO-5777-2016, fue también su sentencia de muerte. Este sábado cuando los funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) de la Subdelegación Tucacas llegaron al sector Buena Vista de Sanare, para arrestarlo por el robo cometido hace cuatro meses, Diego tiró la moneda: Cara o Cruz; continuar fugitivo o morir.
Diego decidió morir con las botas puestas o al menos así lo ha dado entender el Cicpc al resumir lo ocurrido como un enfrentamiento, remitirse a un duelo en el que Mata Zárraga tuvo todas las de perder. El proyectil que le entró por el tórax lo hizo desfallecer. Los mismos funcionarios involucrados en el intercambio de disparos ahora lo levantaban del suelo para llevarlo en una camioneta hasta el Hospital Doctor Lino Arévalo de Tucacas, un traslado que sirvió solo para dejar constancia en actas de que hicieron lo posible para que recibira atención médica. Nada qué hacer. El reloj de vida de Diego se paró 24 años después de echado a andar.
Cactus24 (27/08/2016)