La enfermedad es un conflicto entre la personalidad y el alma.
Muchas veces:
El resfrío «chorrea» cuando el cuerpo no llora.
El dolor de garganta «tapona» cuando no es posible comunicar las aflicciones.
El estómago arde cuando las rabias no consiguen salir.
La diabetes invade cuando la soledad duele.
El cuerpo engorda cuando la insatisfacción aprieta.
El dolor de cabeza deprime cuando las dudas aumentan.
El corazón afloja cuando el sentido de la vida parece terminar.
La alergia aparece cuando el perfeccionismo está intolerable.
Las uñas se quiebran cuando las defensas están amenazadas.
El pecho aprieta cuando el orgullo esclaviza.
La presión sube cuando el miedo aprisiona.
Las neurosis paralizan cuando el niño interior tiraniza.
La fiebre calienta cuando las defensas explotan las fronteras de la inmunidad.
Las rodillas duelen cuando tu orgullo no se doblega.
El cáncer mata cuando no perdonas y/o te cansas de «vivir».
¿Y tus dolores callados? ¿Cómo hablan en tu cuerpo?
La enfermedad es justamente un vehículo a través del cual podemos ver lo que no hemos visto en condiciones normales, por eso debemos deslastrarnos de esa visión convencional de ver la enfermedad como algo negativo debemos despojarnos de esa perspectiva de creer que es un enemigo, la enfermedad es un amigo que nos viene a decir la verdad, pero es un amigo muy sincero, del que preferimos huir, preferimos no ver, por eso lo combatimos con toda la fuerza, peo cuando nos hacemos del coraje necesario para ver cara a cara la enfermedad.
PD: El camino a la felicidad no es recto. Existen curvas llamadas EQUIVOCACIONES, existen semáforos llamados AMIGOS, luces de precaución llamadas FAMILIA, y todo se logra si tienes: Una llanta de repuesto llamada DECISIÓN, un potente motor llamado AMOR, un buen seguro llamado FE, abundante combustible llamado PACIENCIA, pero sobre todo un experto conductor llamado DIOS.