Dígame usted ¿Por qué han de encerrar en la cárcel al hombre o la mujer que desnudos anduvieren por las calles? ¿Y por qué no, a las estatuas desnudas, o los retratos de cuerpo entero de la Magdalena, y de Jesús, que vemos en algunos templos?
Es creíble que el género humano haya vivido mucho tiempo en la desnudez. Islas se han encontrado con sus pueblos atormentados por la desnudez, que se conocían en otros continentes de América, que no conocían trajes de ninguna especie y los más civilizados de ellos tapaban su pudor con hojas de parra, juncos entrelazados o simplemente plumas sus órganos de la generación.
¿De dónde nació esa clase de pudor? ¿Acaso nació en el instinto de encender los deseos, tapando lo que se deseaba descubrir? ¿Es cierto que en algunos pueblos algo civilizados, como las de los judíos, algunas sectas pretendían adorar a Dios, despojados de sus vestiduras? San Epifanio y San Agustín afirmaban que los adamitas y los abelianos se reunían como Dios los trajo al mundo, para cantar sus alanzas a Dios. Sea o no cierto, estos santos, quienes vivían muy distantes en el tiempo y distancia, calcularon que tal existencia terrenal era una locura, que no es más extraordinaria que otras locuras que, sucesivamente han dado la vuelta al mundo.
Los mahometanos discurrían que “o el mundo subsiste por su propia naturaleza, por sus leyes físicas o simplemente un Ser Supremo los creo según sus leyes supremas, siendo inmutables, y los cuerpos graves tenderán siempre al centro de la tierra, sin tender nunca a descansar en al aire”. El instinto animal siempre será diferente a otros de sus especies, pues todo está medido, engranado y limitado. En contraste, el ser humano no puede tener sino un número determinado de dientes, cabellos e ideas.
Para el ser humano es contradictorio que lo “que deba ser, no sea”; que lo que pasó ayer no sea hoy y lo que pasará mañana no sea hoy; Si el hombre pudiera desarreglar el destino de una mosca, podría desarreglar el destino de las otras moscas, el de otros animales, el de otros hombres y el de toda la naturaleza, entonces sería más poderosos que Dios. Hoy, la desnudez mental también está presente en las nuevas generaciones, que deambulan en los soliloquios del nuevo esclavismo celular y sus nuevas versiones tecnológicas de avanzada tendencia, haciendo que la desnudez mental no brote en las mentes alienadas del momento actual.
Rafael Córdova. C